miércoles, 15 de mayo de 2013

Este jueves, la fiebre del oro




Unas pequeñas gotas de sudor resbalaban por su frente fruto de los nervios y el esfuerzo realizado. Sus manos, grandes y callosas, se afanaban en el manejo de las herramientas sin permitir que nada perturbase su concentración. Su objetivo se encontraba frente a sus ojos, casi podía apreciar el brillo del ansiado metal. Con suerte en unos instantes disfrutaría de su gélido tacto.

Los meses de trabajo al fin obtendrían sus frutos, tantas horas planeando, estudiando planos, sopesando las vías para transportar su tesoro y lograr venderlo. Tanto dinero empleado en la maquinaria necesaria para realizar la perforación perfecta, para taladrar aquella roca que le separaba de sus sueños.

Un golpe más y ya podría introducir su brazo por la hendidura, sólo uno más.

Sus dedos se estiraron hasta el límite del dolor, casi rozaba el objeto de su deseo,
cuando un sonido atronador golpeó su cabeza.

El instinto de supervivencia y sus deseos de permanecer libre, empujaron su cuerpo fuera del improvisado butrón. Sin detener su carrera para recoger las herramientas, se alejó maldiciendo al inútil de su compinche, incapaz de anular la alarma de aquella joyería.


Podéis encontrar más fiebres en el blog deJuan Carlos

18 comentarios:

  1. Los amigos de lo ajeno deben tener su merecido castigo. Lástima que no sea en todos los casos.

    Un beso.

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  2. Y tanto esfuerzo para nada, por lo menos esta historia tiene un justo final. Ojalá siempre fuera así.
    Un beso.

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  3. ¿Hasta donde puede llegar la fiebre del dinero? nadie lo sabe.

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  4. jajaja buenísimo!...y yo que creía que se trataba de un esforzado minero!
    =)

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  5. Muy bien empleado les estuvo que la alarma saltara...
    y yo pensando que estaban enfangados con una roca en mitad de un río! Que bueno el final.

    Bss.

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  6. Buenisímo!Menudo final!No me lo esperaba, me ha encantado.
    BS

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  7. vengo de leer a rosa. me ha mostardo su ingenio, su capacidad para desviarse sin desviarse del tema propuesto, me ha mostrado su capacidad para sorprender...
    bien, esto mismito, pienso de tu relato.
    enhorabuena.
    medio beso.

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  8. Divertidísimo y genial giro final en tu historia, Alicia. Me ha encantado.
    Un abrazo.

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  9. Wow!!! Que buen relato Alicia.
    De oro es tu ingenio en este caso, hasta de que no llegaran a salirse con la suya los personajes.

    Un abrazo :)

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  10. Buen relato, trenzado engañosamente para sorprender desde la elementalidad. Me lo creo, la realidad se aleja demasiado de las situaciones cinematográficas.
    Besos

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  11. Una historia que nos encamina a un final inesperado. En fin, si habrá que tener en cuenta al compañero de andanzas, más si de ello depende la captura del botín. Muy bien llevado el relato!
    Besos!
    Gaby*

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  12. Hola!
    Me ha encantado el twist!
    Es que, con la imagen que nos pones, nos habías situado antes en otro tipo de momento y personajes, y aunque lo que escribe valía para lo que terminó siendo, nuestra mente se había "traicionado", hasta que nos despertaste con el twist.
    Muy bien hecho! Me encantó!
    Saludos!

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  13. Ya ves, puesto en la mente de tu protagonista me ha dado pena, tanto esfuerzo para que el compañero sea un inútil y se vaya todo .. bueno, más que irse se quedó donde debia.
    Buen relato Alicia. Besos.

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  14. Tan cerca tenía el oro, que casi le detuvieron, a el y al inútil de su amigo. Un beso.

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  15. Y el oro se les escapó a sonido de sirena y golpe de torpeza...
    Besos

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  16. esa fiebre se los cargó a ellos, como no se carga a otros.
    y debiera cargarse a esos ladris y a los otros.
    me has dejado pensando en eso.
    excelente.

    mis saludos!

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  17. Tu relato pone las cosas en su sitio. Es lo que tiene de bueno ser escritor, al fin de cuenta, se hace un poquito de Dios y a ca'uno lo que le corresponde.

    Muy bueno!!!
    Un fuerte abrazo

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  18. Me creí en una mina y estaba en un escaparate, tal vez el de la esquina. Muy buen relato con sorpresa final, como la vida misma sonó la alarma. Besito con disculpas por la tardanza, hasta ayer noche estuve bajo el oro puro del sol napolitano.

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