El cuarto de los conjuros
estaba hecho un desastre, frascos por el suelo, ojos de tritón debajo de la
mesa, escamas de dragón mezcladas con
plumas de león. Vamos, un verdadero caos.
- Maldita sea, se me olvidó
cerrar la puerta. No me dará tiempo, no me dará tiempo- gritaba la pobre
Mariluja, mientras decidía por dónde comenzar a recoger.
En apenas una hora, el
consejo de brujas de zona, acudiría a su castillo
para comprobar si era digna de recibir la varita de bruja graduada.
Atrás quedaban los días de estudio memorizando
conjuros y las noches de prácticas y de cacerías, para lograr los ingredientes
mágicos que sus brebajes necesitaban.
- Maldita bruja Cuscuja, ¿por qué te haría caso?-
se preguntaba Mariluja.
Su prima, la bruja Cuscuja, le había dicho que
necesitaba un toque gótico en su
vida para lograr que el comité la aceptase.
- Tienes que conseguir un gato negro, toda bruja que se precie
tiene uno- afirmó Cuscuja.
La pobre Mariluja, que lo que más deseaba en el mundo
era conseguir su varita, buscó y buscó hasta que un gato, negro como la noche
sin luna, encontró. Un pequeño cachorro de palas largas y mirada intensa, que
nada más llegar a casa se convirtió en su peor pesadilla.
Aquel ser desconocía lo que
eran los buenos modales y la educación. Corría por toda la casa, arañaba las
cortinas, descolocaba los armarios, se bebía sus pociones, dormía dentro de sus
gorros de bruja llenándolos de pelos y además, parecía no entender, o no querer
entender, las riñas de su dueña.
Mientras movía su escoba
voladora empujando los cristales rotos bajo la alfombra, en un intento por
disimular aquel desastre, Mariluja maldecía la ocurrencia de su prima y las
siete vidas de aquel gato, mientras, el felino, acostumbrado a los enojos de su
dueña, se acomodaba, cuan largo era al lado de la ventana, dispuesto a
disfrutar de un baño de sol.
Esta semana seguimos jugando en casa de Dorotea, allí descubriremos más palabras y más relatos.
Bueno el gato era negro, con misterio, pero también con mal comportamiento.
ResponderEliminar¿Pasará la prueba la bruja?
No me cuentes ... hace unos meses que tengo una "linda gatita" en casa y ¡diablos! Así que entiendo a Mariluja.
ResponderEliminarY, en extensión, a quienes cargan con algo no deseado por conseguir un objetivo, que tal vez o no logren, pero se van cargando de responsabilidades.
Vale, me dejo de disgresiones, te mando un beso.
Una buena historia con final intrigante. Muy bien Alicia!!
ResponderEliminarSupongamos que todos los gatos negros de las brujas del consejo habrán pasado por esa adolescencia gatuna de comportamiento caótico. Habrá comprensión y vista gorda siempre y cuando Mariluja se haya estudiado bien los truquitos y se saque el carnet de escoba voladora.
ResponderEliminarUn beso.
La muchacha le pone empeño, al menos espero que consiga su objetivo. En cuanto al gato... ¡Ya esta apañada! Me gusta mucho el relato, muy entretenido. Un beso.
ResponderEliminarCreo que Mariluja se merece la varita, pone voluntad y esmero, lo del lindo gatito es cosa de tomarle el truqui y dejarlo manso, será que es joven. Diplomada bruja será y tú, Alicia has sabido sacarle el conjuro a las cinco palabras, estupendo. Beso con polvitos mágicos.
ResponderEliminarUn buen ambiente has creado, brujeril a más no poder! Las palabras se acomodaron en la historia, donde Mariluja bien ganada tiene su varita mágica por todo su empeño y aguante, sobre todo, con ese gaturro! jajaja! Una palabra mágica le vendría bien para ponerlo en su sitio! Muy entretenido tu relato.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Si es que digan lo que digan, el gato negro trae mala suerte, y esta bruja no sivertido relato
ResponderEliminarUn abrazo
Hola!!
ResponderEliminarBuenisimo, son mis palabras y mi alias !!
Toda bruja que se precie de tal tiene que tener su gato así que Mariluja se tendrá que acostumbrar si quiere obtener su varita jajajaja!!
Muy bueno!!
Besos
Ja, ja qué divertido! Ya se sabe que el que algo quiere algo le cuesta, aunque sea una bruja, así que tendrá que aguantar al "gatito travieso".
ResponderEliminarUn beso
Me ha encantado tu relato. Es divertido, de impecable factura y las cinco palabras encomendadas nada en él como peces en el agua, con mimetismo felino.
ResponderEliminarMe gustan las historias de brujas, me recuerda a la bruja Berta con su gato Bepo, que también buen trabajo le daba. Te ha quedado muy lindo el relato y divertido , más allá que la vida de Mariluja sea un caos.
ResponderEliminarUn beso, Jime
Jo, pobre Mariluja :) Para intentar ser bruja, que menos que el gato sea dócil y le obedezca... espero que tenga suerte y le den su varita.
ResponderEliminarYo tengo un gato negro en casa, tiene 3 meses ahora y es muy juguetón.
Bss.
Me imagino a esa bruja y me cae bien, me explico: si un gato y además negro le hace caso, mal asunto. Como no se lo hace, la supongo una brujita de las buenas.
ResponderEliminarCasaste perfectamente las palabras en tu trama, enhorabuena.
Un beso
En mis tiempos mozos, fui brujilla con escoba...que ternuraaaaaaaaaaa. Hoy solo me queda el gato negro y la ilusion de leer cuentos como este.
ResponderEliminarUn besazo
Las aventuras y desventuras de una bruja bien trazadas al ritmo de cinco palabras que condicionan, pero con las que has salido airosa.
ResponderEliminarFinal de dibujos animados y risas por doquier.
Besos
Pues como que me he quedado con ganas de seguir esta historia, me supo a poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una bruja que dibujas de forma divertida, en esa tragicomedia en que han "engatusado" cinco palabras.
ResponderEliminarMuy bueno!!!
un fuerte abrazo dominguero!
quise decir: "en que te han engatusado...." besos
ResponderEliminarA ver si Mariluja consigue la graduación y con ella más poder sobre el gato. Pero me da que el animalito es difícil de domesticar.
ResponderEliminarBesos!
jejje... no es fácil ser bruja eh... y sobre todo si aún no has domado al gato! jjeej que lindo relato! un beso!
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